¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE EL CUIDADO DE LOS PIES DE LOS PACIENTES DIABÉTICOS?
La diabetes mellitus es una enfermedad que afecta a 415 millones de personas en el mundo y se estima que afecte a 595 millones en el año 2030. Es una enfermedad crónica que produce un aumento de los niveles de glucosa en sangre (hiperglicemia), debido a una disminución o ausencia de secreción de insulina por el páncreas o a un uso ineficaz de la insulina segregada. La hiperglicemia mantenida en el tiempo puede afectar a múltiples órganos generando patologías como retinopatía, nefropatía, osteoartropatía, enfermedad vascular y neuropatía.
Una de las consecuencias de la enfermedad vascular y, principalmente, de la neuropatía es el pie diabético.
El pie diabético es el resultado de la disminución de la sensibilidad (neuropatía) y/o del riego sanguíneo (vasculopatía) que predispone a la producción de úlceras en los pies.
Por un lado, la neuropatía disminuye o elimina la percepción del dolor que alerta de la posible formación de una lesión, produce atrofia y sequedad de la piel predisponiendo a la aparición de grietas. Además provoca la pérdida de la función de los músculos intrínsecos del pie, favoreciendo la aparición de deformidades que pueden favorecer puntos de roce y cambiar el reparto de presiones en el pie aumentando la posible formación de úlceras.
Por otro lado, la vasculopatía dificulta la curación de las lesiones y aumenta el riesgo de complicaciones irreversibles.
Aproximadamente 4 millones de personas desarrollan una nueva úlcera cada año y alrededor del 15% de los pacientes diabéticos desarrollan alguna úlcera a lo largo de su vida. Entre el 7% y el 20% de los pacientes con úlcera en el pie sufrirá una amputación, los pacientes con diabetes tienen entre 15 y 40 veces más riesgo de sufrir una amputación de miembro inferior. El 85% de las amputaciones en el miembro inferior son consecuencia de una úlcera y el 70% del total de las amputaciones en extremidad inferior se realizan en pacientes diabéticos, produciéndose 1 millón de personas amputadas cada año a causa de la diabetes.
La diabetes es la causa más frecuente de amputación de la extremidad inferior en los países desarrollados; cada 30 segundos se amputa una extremidad inferior en algún lugar del mundo a causa de la diabetes.
La pérdida de una extremidad tiene un impacto muy negativo sobre la calidad de vida, mayor que cualquier otra complicación de la diabetes (incluyendo la enfermedad renal en etapa final o la ceguera). En las personas diabéticas que han sufrido una amputación en las extremidades inferiores es muy frecuente la depresión y la ansiedad. Además, a los 5 años los pacientes con pie diabético con reciente úlcera en el pie tienen un riesgo de fallecimiento de casi el 50%, con un pronóstico peor que el del cáncer de mama, el de próstata o el linfoma de Hodgkin. Por lo que se evidencia la importancia de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las lesiones del pie diabético. La creación de las unidades de atención al pie diabético permite un abordaje multidisciplinar del problema y optimizar los recursos (mayor cribaje y derivación más rápida) y aumentar el número de curaciones con la consiguiente disminución de las amputaciones.
Muchas de estas amputaciones se podrían evitar si se realizasen las acciones preventivas necesarias. Tanto el propio paciente y su entorno (familiares) y los profesionales sanitarios deben actuar en conjunto para que esto sea posible.
Se recomienda realizar una vez al año el cribaje neuropático y vasculopático para comprobar el estado/evolución de la enfermedad. En pacientes de riesgo se recomienda realizarlo cada seis meses. Así mismo, el uso de plantillas personalizadas a partir de un completo estudio biomecánico evita la aparición de cualquier problema potencial derivado de dichas alteraciones.
El papel preventivo por parte del propio paciente diabético es fundamental. El correcto control de la diabetes es capaz de prevenir, retrasar y disminuir las complicaciones de la enfermedad (entre ellas el pie diabético). Además se aconseja:
— Inspección diaria del estado de los pies (comprobar el estado de la piel por presencia de posibles flictenas, erosiones, heridas, etc.). Si es necesario utilizando un espejo.
— Lavar con agua y jabón diariamente los pies y secar cuidadosamente (especialmente entre los dedos). El agua ha de estar templada (35/37º) (si es necesario utilizar un termómetro) y no se deben dejar los pies dentro del agua más de 5 minutos, porque favorece la maceración de la piel.
— Aplicar crema hidratante diariamente (no entre los dedos por el riesgo de maceración).
— Cambiar diariamente los calcetines que deben ser de tejidos naturales (lana o algodón) sin costuras.
— Inspeccionar el calzado siempre antes de su uso, buscando posibles objetos extraños o desperfectos que puedan ser causantes de roce y/o heridas.
— Utilizar el calzado con una horma adecuada que se adapte al pie, evitando el calzado descubierto. Sin costuras internas, flexibles, ligeros, transpirables y con suela antideslizante. Comprar el calzado al final del día (cuando los pies están más inflamados) y usar el calzado nuevo de manera progresiva vigilando el estado del pie (por posible formación de rozaduras o heridas).
— Ir al podólogo con regularidad, especialmente en caso de hiperqueratosis (callosidades).
— Ante cualquier herida o lesión consultar con el personal sanitario.
— Nunca caminar descalzo.
— No utilizar utensilios cortantes (tijeras, cortaúñas). Para cortar las uñas acudir al podólogo o limar de forma recta. Tampoco se debe utilizar para quitar las callosidades (sea con instrumentos cortantes o productos callicidas).
— No calentar los pies con fuentes de calor directas (agua caliente, estufas, etc.)
Es importante transmitir que el hecho de ser diabético no implica tener una ulceración o amputación en el pie. Es necesario realizar las acciones preventivas necesarias para anticiparse a las posibles complicaciones de la enfermedad.
Ana Vargas Ortiz
Podóloga número de colegiada 081 (Illes Balears)
Clínica Córpore (www.corporeibiza.com)